miércoles, 21 de octubre de 2015

Las almas muertas de Twitter

Cuando publicó su novela "Almas muertas", en 1842, Nikolái Gógol jamás pensó que su oscura temática iba a seguir vigente en el siglo XXI, en plena era de internet. Antes de la emancipación de los siervos, en Rusia era común que los terratenientes tuvieran muchos siervos para trabajar sus tierras, que eran bienes de propiedad, eran comercializados y pagaban impuestos. Estas "almas de siervo", o simplemente "almas", como se las llamaba, eran reflejo del tamaño de la fortuna de su dueño. Por lo mismo, valían por su cantidad. 

Un problema común de los ricos en ese entonces era provocado por los arcaicos registros de inscripción oficiales de la Rusia de la época: era muy difícil dar constancia de la muerte de un siervo, por lo que muchas veces sus dueños debían seguir pagando impuestos por él, aunque no le generaran ninguna utilidad. En la novela de Gógol, un embustero emprende un largo viaje por Rusia junto a su cochero y un criado comprando almas muertas a muy bajo precio, para poder figurar una ostentosa carga de siervos a su haber. Al igual que en los tiempos del imaginario de Gógol, los usuarios de redes sociales también se han dado cuenta del gran poder que encierran los números. 

En la fama de un tuitero influyente, muchas veces es más determinante el número de seguidores que lo valida que la calidad de sus tuits. Por eso, el negocio de la comercialización de almas muertas en Twitter se ha vuelto muy común. Carlos Orrego, analista de Brandmetric, asegura que por 5 mil pesos se puede comprar un paquete de mil seguidores. Si bien dice que esto le sirve mucho más a una cuenta institucional que a una persona, se lo recomienda a todos los que abran nuevas cuentas en redes sociales: "Comprar seguidores te ayuda porque te da de inmediato seguridad a la hora de captar clientes; te da cierta validez, sirve para dar confianza". De hecho, asegura que ellos mismos discriminan: "Para nosotros es importante el número de seguidores a la hora de hacer análisis de temas para una marca, una empresa o un político". Para el analista, detectar a los embusteros de almas muertas en las redes sociales es tan difícil como lo era en la Rusia prerrevolucionaria, a menos que se gaste mucho dinero en un análisis. Sin embargo, da ciertas pistas: "Una cuenta muy nueva, con muchos seguidores, donde se ha tuiteado muy poco, es raro. A menos que seas Snowden". Un paquete de seguidores falsos difícilmente proveerá tierras, préstamos o títulos nobiliarios. Para Orrego, "el problema de los seguidores comprados es que nunca van a interactuar contigo, entonces no tienen mucho valor. Sirven sólo para la entrada".