En momentos de crisis, sitios como Facebook y Twitter se han convertido en las plataformas más usadas para
difundir noticias, testimonios e imágenes. Se cree que su valor irá en aumento.
C GONZÁLEZ - El Mercurio
"Busco a mi hermana pequeña Soad". "Mi amigo Thibault Pastor estaba en Bataclan, no contesta: ayúdenme". "¡Alerta!
Si alguien tiene noticias de Lola, de 17 años, contacten con nosotros".
El viernes por la noche, siete atentados alteraron la paz de París y, casi de manera instantánea al primer ataque, el
mundo completo se enteró de que la ciudad estaba siendo atacada por extremistas.
Una noticia que se divulgó
rápidamente por las redes sociales, de mano de sus mismos testigos y familiares.
Los mismos que luego comenzaron a pedir ayuda por esas vías para buscar a desaparecidos o compartir testimonios.
En Twitter, el hashtag #PorteOuverte (puerta abierta) permitió difundir el mensaje de todos aquellos parisinos que
abrieron las puertas de sus casas para acoger a quienes necesitaran alojamiento tras los ataques.
Un mensaje que se propagó tan rápido, que llegó a 480 mil tuits aquella noche, convirtiéndose en el segundo más
utilizado en Francia detrás de la palabra tiroteo (700 mil tuits).
En Facebook, más de cuatro millones de personas activaron en las 24 horas siguientes a los atentados el servicio
"Safety Check", que permite a los usuarios avisar "estoy bien" a todos sus amigos y contactos.
El rol preponderante que tomaron las redes sociales, tal como ha ocurrido en catástrofes naturales -como el terremoto
del 16 de septiembre en Chile-, tiene, a juicio de Juan José Guerrero, director comercial y encargado de estudios de
Brandmetric, empresa especializada en analizar las tendencias en la redes sociales, dos razones principales. Una es
de tipo técnico: "Son más estables que las comunicaciones por audio; mientras los llamados por celular colapsan, las
redes sociales siguen funcionando".
La otra razón es que "las redes sociales permiten llegar a mucha más gente en
menos tiempo".
Idea con la que concuerda Carlos Livacic Rojas, doctor en Sociología y académico de la U. San Sebastián. "Las redes
sociales se han vuelto eficientes porque son rápidas y ayudan a bajar la angustia en este tipo de situaciones".
Sin embargo, tienen un doble filo, advierte: "Muchas veces no existe un filtro y se pierde el control de la información, lo
que puede generar más caos".
Críticas al sistema
Precisamente, a través de las redes muchos suben información e imágenes que por otras vías suelen ser censuradas o
"suavizadas", un tema que fue criticado por algunos usuarios.
Otro reproche cayó en Facebook, por lo que muchos consideran una "desigualdad" al no haber utilizado el sistema
"Safety Check" en ataques recientes, como el que sufrió Beirut solo un día antes que París.
El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, respondió públicamente, diciendo que hasta ese momento, su política había
sido la de "activar la comprobación de estado de seguridad solo para desastres naturales".
"Acabamos de cambiarla, y tenemos previsto activarla también cuando ocurran tragedias humanas", agregó
Zuckerberg, quien también tuvo que lidiar con las críticas al "filtro solidario", que permitía poner a la foto de perfil los
colores de la bandera de Francia, por no hacer lo mismo con las tragedias en Siria, considerada una de las peores
catástrofes humanitarias desde la Segunda Guerra Mundial.
"Las redes sociales están promoviendo un nuevo estándar de lo que significa globalización, que hasta ahora se
establece a partir de la hegemonía de Occidente", opina el sociólogo.
Es a partir de este mecanismo de "error" que las redes irán optimizando sus funciones a futuro. "El poder informar al
resto, de manera rápida, de dónde está uno durante una situación de riesgo, es una de las áreas que se irán
perfeccionando", dice Guerrero.
Asimismo, la gran cantidad de información e imágenes que se generaron en París gracias a las redes sociales ya está
siendo utilizada para la investigación de los atentados. "Eso entrega un material relevante que cada vez va a ser más
valorado", agrega Guerrero.